Prostituyendo a mi esposa

 


Hola, soy Samuel y quiero platicarles cómo fue que entregué a mi esposa a un amigo y que hasta la fecha, él se ha vuelto su amante de cabecera, pero ella aún no lo sabe. ¿Cómo es esto posible? enseguida te platico lo sucedido.

Yo tengo 35 años de edad y mi esposa 29. Estamos casados desde hace 5 años y la verdad es que al principio no fue nada fácil. Ella viene de una familia muy conservadora, completamente diferente a la mía. Tanto mi esposa como su familia son muy allegados a la religión y cada semana van a la iglesia, como si esto fuera una manda para ellos y la verdad, yo ni me paro por esos lugares. Amo mucho a mi esposa y eso fue lo que me motivó a casarme con ella, pero en cuestión de sexo me ha costado tanto trabajo que durante el primero y el segundo año estuve a punto de divorciarme, porque simplemente no compaginábamos en la cama y sobre todo, con mis fantasías y mi calentura. Pero le di una solución salomónica al asunto y después de esto, creo que jamás la dejaría.

En cierta ocasión, mientras me la estaba cogiendo le comenté que tenía una fantasía, que quería verla con la verga de un desconocido bien ensartada, que quería verla disfrutar con otro cabrón y que mientras se la estuvieran cogiendo, que me dijera cornudo. En el momento no dijo nada, pero sentí que tuvo un orgasmo delicioso. Después de eso, se molestó conmigo y jamás se volvió a tratar el punto, fue un tema sepultado; así es que cada vez que volvíamos a coger, simplemente me imaginaba en mi fantasía y eso me hacía venirme a chorros dentro de ella.

Yo pasaba mucho tiempo en las redes sociales y en sitios de cornudos, buscando a alguien que me pudiera ayudar a realizar mi fantasía y bueno, que les puedo decir; hay miles de personas que se ofrecen para ayudarte a cumplir lo que quieras; pero traté de ser muy precavido al respecto y sí, finalmente en uno de esos sitios, encontré a una persona de la misma edad que yo. Comencé a platicar con él y me di cuenta que también él estaba casado, tenía una familia estable, un trabajo seguro y por lo leído, era una persona con las mismas condiciones que las mías.

Entable conversaciones con él de muchos temas antes de hablar de mi esposa y afortunadamente respondió como yo pensaba. Y aunque él vive a una distancia considerable de donde nosotros vivimos, creo que eso nunca fue un impedimento; al contrario, era justo lo que yo estaba buscando.

Llegó el momento esperado, hablarle acerca de las fantasía que yo tenía con mi esposa y que ella no estaba dispuesta a cumplírmela, pero que aun así, yo quería verla siendo acariciada por otro hombre y que pensaba que él era el indicado; me dijo que con gusto me ayudaría a cumplir mi fantasía. Le dije que primero tendríamos una cita para conocernos y entablar conversaciones de manera presencial y que si todo iba bien, entonces podríamos dar el siguiente paso y él en todo momento estuvo de acuerdo.

Fijamos la cita para quince días después, pero mientras tanto, ya platicamos de forma directa vía WhatsApp. Me pasó varias fotos de él, tanto solo como estando en familia, así como yo lo hice, eso nos dio más confianza a ambos.

El día acordado fue un sábado a las 8 de la noche; acordamos que yo llevaría el auto, entraríamos a un hotel, que estaríamos un rato y si mi esposa lo permitía, él la acariciaría por un rato hasta donde ella lo permitiera, después, cuando yo le indicara, él tendría que retirarse del lugar en donde estuviéramos y como era de esperarse, aceptó muy gustosamente.

Como yo sabía que mi esposa no estaría de acuerdo con ello, pensé emborracharla y aprovecharme de la situación para cumplir mi fantasía. De tal forma que ese sábado, le dije que la invitaría a comer, que se pusiera guapa para salir. Ella es bajita, mide 1.53 y la verdad es que no tiene un cuerpo tan escultural como muchos relatos cuentan de sus parejas. Simplemente es una chica normal; 34 de bra, poquitas pompas, pero eso sí, con unas piernas muy bonitas; creo que eso viene de familia, porque tampoco es muy dada a estar haciendo ejercicio de forma constante.

Ese día vistió una blusa guinda, falda a la rodilla, sandalias abiertas y sí, eso sí, muy bien maquillada. La llevé a comer mariscos, pero desde que llegamos al lugar, le comencé a dar de beber. Comenzamos con un par de cervezas y después le pedí unos tequilas. Afortunadamente ella no toma mucho y después del tercer tequila, ya se veía algo ebria. Saliendo del restaurante, pasé a una tienda de conveniencia y compré unas caribes; ella estaba bien animada y mientras viajamos por el periférico, abrí su ventana para que el aire me ayudara a terminar mi objetivo; pues después de la primer caribe, ya no pudo responder y quedó completamente dormida.

Faltaba casi una hora para la cita, pero como ya habíamos estado en comunicación con Joel (así se llama mi socio), le dije que se preparara. Pasé por él y nos fuimos a un hotel de paso.

Pagué la entrada y al entrar en el cajón del estacionamiento, él quería ayudarme a bajarla. Así es que entre ambos la cargamos y la recostamos en la cama.

Le invité una caribe y nos sentamos en la pequeña sala del cuarto. La situación sería la siguiente, la idea era que él acariciara a mi esposa y que si quería, se masturbara para tirarle sus mocos, preferentemente en sus piernas y él aceptó.

Le desabroche su blusa y le quite el bra; sus tetas quedaron expuestas. Me pidió permiso para mamarle una de sus tetas y le dije que sí. Se metió toda una teta en su boca y la otra, solo la manoseaba; yo estaba sentado a un lado de ella, solo mirando. Le subí su falda hasta poder verle los calzones, pero sin quitársela. Él bajó su cara y besó sus piernas, desde la ingle hasta sus pies descalzos.

Yo estaba disfrutando en cada momento de lo que mis ojos veían; saqué mi verga y comencé a masturbarme. De repente él se levantó y comenzó a chaquetear la verga enfrente de sus piernas. No tardó mucho y cuando estaba a punto de venirse, acercó su verga a la panocha de mi esposa; pero la tapé, le dije que ahí no, que se viniera en sus muslos o en sus rodillas. Así lo hizo, comenzó a tener algunos espasmos hasta que soltó un chorro de semen en las piernas de mi mujer. Ella estaba totalmente perdida en un inmenso sueño.

Sacudió su verga en uno de sus pies para dejarle las últimas gotitas de semen; agarrando su verga se metió al baño a limpiarse. Mientras él estaba en el baño yo me acerqué a las piernas de mi esposa para oler el semen del macho y sin dudarlo comencé a chuparle el semen de las piernas de mi esposa hasta acabarlo todo; hasta chupé sus pies porque tenía poquito semen y obviamente no lo iba a desperdiciar, verdad?

Salió del baño y nos despedimos, quedamos en comunicarnos.

Después desnudé a mi esposa y aun estando dormida, le metí la verga hasta el fondo y creo que no tarde mucho en venirme. Tres horas después se me volvió a parar la verga y me la volví a coger; en este momento ya había reaccionado. Cogimos, nos arreglamos y nos fuimos a casa.

Al día siguiente, de lo único que se acordaba era de los tequilas y que le dolía la cabeza, pero finalmente yo había cumplido mi fantasía; a tal grado que hasta el semen del macho me tragué.

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