FAMILIAS RICAS INTERCAMBIAN SUS NENAS parte 3 Guión de Veronicca

Ya de vuelta, y después del agradable viaje desde el club. En nuestra casa, las chiquitas encargadas, terminaban de preparar la cena, y las sirvientas filipinas fueron a preparar y bañar a mi hijo mayor y a la bebita, mi hijita como ya venía duchada del club no hacía falta, estaba con nosotros en el salón, sentada en el regazo de mi marido, me decía: - Mami, yo quiero una tanguita como mi amiga, se siente bien, ¿verdad papi, que te gustó como mi amiga subía a tu caballito? - Sí, claro que me gustó, lo pasé muy rico. - Y ¿sabes que mami?, papá se bajó los pantalones y le tocaba el culito y también la rajita a mi amiga, como se le veía todo, pero papi no se atrevía, hasta que fue Paul el que le convenció para que le pasara las manos por las nalguitas. - Ahhhhhhh ¿siiiiiiii? Y eso ¿porqué? Interrogando a mí marido. - Bueno mujer, porque la nenita al llevar esa tanguita, que parecía que no llevara nada y con el roce de mi entrepierna, se mojó toda, y para no mancharme el pantalón, pues me lo bajé. Y no veas, como estaba de encharcada la pobrecita. - Hija, si es por eso, papi hizo bien en bajarse los pantalones, y tocar a la nena, cuando tengas esas tanguitas, papi también jugará contigo sin el pantalón, para que no le manches y también te hará caricias en tus pechitos. Seguro que Paul, ¿también te tocó a ti? - Si, pero no tanto como lo hizo papi, a mi me dolía. - ¿quieres que papi siga jugando contigo al caballito? Seguro que te va a gustar y a él aún más, ¿no es cierto, mi vida? Vamos cariño, juega con la nena. Intentaba convencer a mi marido, mientras nos morreábamos largamente buscando nuestras lenguas, sentados en el sofá, con la nena en medio, para que lo viera bien. Mi marido, se separó y me miró reprendiéndome por esa ocurrencia, negando sin que nuestra hija se diera cuenta - No mami, ya me gustaría jugar con papi al caballito, pero no puedo, mira como tengo el culito y mi rajita, la tengo roja e irritada y me escuece mucho. - A ver déjame que lo vea bien. Cariño, tómala en brazos y túmbala en el sofá, bien ahora levántale el vestidito y quítale las braguitas, ya bájaselas. Le digo a mi marido, - Vamos, vamos no seas tímido. Con las manos temblorosas mi marido le levanta la faldita del vestido y baja las braguitas hasta los tobillos descubriendo su pequeño chochito, realmente estaba rojo de tantos frotamientos en los muslos de Paul. - Bueno no te preocupes, antes de ir a dormir, la criada te llevará a nuestra cama y te pondremos un poco de cremita que sin duda te aliviará, y quizás podremos continuar jugando al caballito, pero un poco con los tres, eh?, con papi, la criada y conmigo. Sino papi se cansa demasiado. - Bien mami, bien, y ¿Por qué no me pones ahora la cremita, mami? - Ahora no cariño, te la pondremos mamá y papá en nuestra camita, estarás mejor, ya verás que bien. Era de suponer que en la casa del matrimonio noruego, las sirvientas también estarían preparando la cena y sería Bárbara la que se encargaría de bañar al jovencito y al bebé. Me quedé pensando, ¿cómo sería el baño? ¿Qué les estaría enseñando a sus hijos? ¿Cómo les ayudaría? ¿Que estarían haciendo? Esos pensamientos me hacían sentir muy caliente, viciosa, como una perra, olvidarme de todos y pensar solamente en esas fiestas a las cuales acudíamos de pequeña con mi familia, en esos cuartos oscuros llenos de nenitas para gozar. Estaba intrigada, pero esperanzada porque todas estas incógnitas seguramente las resolvería al día siguiente cuando las visitara junto con las filipinas para dejarle a la hija de mi sirvienta. Cuando terminó el baño de mis hijos, hablé con las dos, madre e hija. - Venid, venid las dos a mi salón privado, Las hice sentar juntas en un amplio sillón y mirando a la madre muy seriamente le dije. - Valentina, Que así se llamaba la madre filipina, -Sabes muy bien la estima que te tiene mi familia, mi madre y especialmente mi papá. - Tu abuela y cuando se le requiere, tu madre dirigiéndome ahora a la hija Siguen sirviendo y atendiendo muy especialmente a mi familia y a mis padres, y quiero que siga así por más generaciones, te corresponde a ti ahora, aprender y seguir los pasos de ellas. - Valentina, nunca te hemos ocultado tus orígenes, llevas mi sangre y la sangre de mi papá, por eso sé que me quieres y querrás a mi familia como la quiero yo. Debes enseñar todas tus artes a tu hija, debes mostrarle como se debe comportar, explícale que tu madre, su abuela, y mi padre te tuvieron a ti y que ella sigue compartiendo la cama, vicio y lujuria junto a mis padres, cuando así lo desean. - Y tu hija, ya sabes lo feliz que estabas cuando tu madre y tu abuela, te entregaron libremente, acuérdate cuando suplicabas que te llevaran a nuestra cama, tus lágrimas de emoción cuando te hicimos el amor con mi marido, y de ahí nacerá lo que llevas dentro. Tu hijo, igual que tu madre y tu abuela sois parte de nuestra familia Prosiguió la dueña - Valentina, explícale como debe servirnos y caso que la entregue al matrimonio noruego, se debe comportar como si estuviera con nosotros, enséñale que su felicidad y la del niño que lleva la encontrará con la familia que vaya a servir, que será feliz cuando la usen para su disfrute, tendrá una vida que nunca hubiera soñado. Valentina, emocionada por las palabras y la sinceridad de su ama que también era hermana y mirando a su hija con lágrimas en los ojos, se dieron un suave beso, tierno, con toda la dulzura que una madre le pueda dar a una hija y lentamente fueron intercambiando sus lenguas, hasta que se unió su ama y las tres abrazadas, se prometieron fidelidad y amor. Después de esta confesión y con los ojos llorosos por tanto amor y felicidad, la dueña ordenó: - Vamos, vamos, iros a arreglar a vuestra habitación y bajar al salón, la cena ya estará lista. Al poco rato, aparecieron madre e hija cogidas de la mano, preciosas, suavemente maquilladas con un ligero vestido, sencillo y muy sexy, de amplio escote, que al menor movimiento dejaba ver sus tetas, que lucían sin sujetador. Se sentaron a la mesa junto a nosotros y los dos nenes, el bebé ya estaba en su cuna. Yo también, después de una ducha rápida, me puse un vestidito muy corto, con un generoso escote que dejaba ver mis pechos y una tanguita minúscula, y mis hijos ya se pusieron el pijama y un camisoncito sin nada debajo en el caso de mi hija. Las sirvientas encargadas nos atendieron durante la cena, llevando los platos de comida. La cena transcurrió con una actitud relajada , sin dar importancia ni molestarnos en ocultar o taparnos las tetas, tripa o nalgas, así en un cualquier momento, yo podía enseñar mis pechos por el escote o las filipinas mostrarnos sus senos por la amplia sisa del vestido, como así ocurría, todos podíamos ver perfectamente con una actitud totalmente normal y liberal, lo que no nos importaba enseñar, mi hija enseñaba su chochito sin ningún pudor y mi hijo, nos miraba las tetas, incluso alguna vez, animado por la madre filipina, se atrevió a acariciar la tripa de Cloe. Valentina quería mostrarle a su hija que clase de familia éramos y lo que esperábamos de ella, enseñanza, que no tardó en aprender. Llegando a los postres, viendo que mi hija ya estaba a punto de dormirse, Cloe se la sentó en la falda, levantándole a propósito el camisoncito para que todos pudiéramos verla, eran ambas preciosas, su madre, mi marido y yo, nos miramos y admiramos el cuadro tan erótico que nos presentaban, Cloe le iba acariciando las nalguitas, todavía enrojecidas por el rozamiento de Paul jugando al caballito, pasaba suavemente sus manos por los cachetes del culito, haciendo alguna insinuación con el dedo hacia los labios del pequeño clítoris, unos labios rosaditos y blanquitos, mi nena ronroneaba como una gatita al sentir los suaves roces de su sirvienta, - mmmmmmmmmm, decía Cerraba sus ojitos y ya apunto de dormir, Cloe le toma sus manitas para ponerlas en sus tetas y tripa embarazada para que la acaricie, sin duda, esa chica era un tesoro, también cerraba sus ojos y suspiraba de puro placer. - Así nenita, así, acaríciame, tócame, toca todo lo que quieras Mientras la madre, nos acariciaba a mi marido y a mi, yo estaba toda mojada y nos decía - Aguantar, mis señores, aguantar, no os corráis, guardar vuestra leche, vuestra lujuria y vicio para la noche, disfrutaremos más. Valentina, ardiendo de calentura, con esa voz melosa de puro morbo, me decía: - Dame tu lengua, hermana, da la lengua a tu sirvienta, bésame, disfruta viendo como nuestras hijas también se dan placer. Mira sus cuerpos, mira sus tetitas, regodéate en su placer, mira sus pequeñas vulvitas, disfruta como nos las muestran, para nuestra felicidad. Muéstrale a tu hijo como me tocas, manoséame las tetas, aprieta mis pezones, asiiiiiiiii, muy bien. Enséñale como disfrutas, delante de él, sin vergüenza, sin pudor, como lo más natural, mírale, observa como nos mira, no te cortes mi ama, mírale también a él, fija la mirada en sus ojos mientras me sobas y torturas mis pezones, a través del escote del vestido, déjale ver también tus pechos, déjale que sueñe con tu cuerpo, esta noche se tocará pensando en ti, seguro. Nuestras hijas, con el camisoncito subido y el vestido que no tapaba nada, iban más desnudas que vestidas, no les importaba mostrarse, les gustaba, enseñar su desnudez, esa atmósfera de libertinaje y lujuria les dominaba. Nos envolvía a todos. Cloe, con mi hija en brazos, se acercó hasta donde estábamos, viendo que su madre seguía acariciándonos a mi marido y sobre todo a mí. Con la peque casi dormida en brazos, besa a su madre, después a mi marido y por última a mí, dándonos su lengua y dejándonos ver sus generosas tetas a través del escote, que no hizo nada por ocultar. Me dice. - Mi señora, ¿desea algo más de mí? - No querida. - Y usted señor, ¿quiere algún favor de mí? ¿Desea usarme para sus caprichos esta noche? - No chiquita, si es necesario, ya te aviso. - No lo dude, mi amo, estoy aquí solo para serviles. - Adiós mami, lanzándole un beso a Valentina. Subieron mis hijos de la mano de Cloe, hacia sus cuartos. Les arropó cada uno en su cama y les deseó felices sueños. La criadita también se fue a su amplia habitación que conectaba con la de los dos nenes y con la de su madre y el matrimonio. Mientras en el salón quedamos mi marido con Valentina, y como habíamos visto hacer a Cloe, también nos tomó de la mano y nos llevó a nuestra habitación. Nos hizo sentar en nuestra cama y lentamente, nos desnudó, a mi marido le iba acariciando, dándole crema por todo el cuerpo y le puso un pequeño tanga de hombre y a mi me untó de aceite perfumado con base de agua, me vistió con lencería, me maquilló ligeramente, me puso algunas joyas y unos zapatos de medio taco. Suavemente, nos susurró, la casa estaba en silencio, aparentemente todos dormían. - Besaros, tocaros con ganas, pensar en mi, imaginaros a vuestros hijitos, desearlos, follad con ganas, daros el uno al otro. Recordad las orgías con vuestros papas, las fiestas con otros nenitos, así, besaros, daros la lengua, compartir vuestro néctar. Valentina, nos provocaba con sus palabras, nos incitaba, nos llevaba al abismo. Nos dejó solos, haciendo el amor con locura, simplemente, al despedirse, nos dijo: - Volveré, lo mejor está por llegar. Ella se fue a su cuarto y comprobó que la bebita dormía feliz, la tomó en brazos y pasó por la habitación de su hija, no sabía que se encontraría, dadas las circunstancias, pero vio que estaba tranquilamente en su cama haciéndose una paja, muy lentamente, disfrutándola. La hija tenía una teta al aire, y la sábana le cubría la otra tapándole ligeramente el coñito que seguía acariciando. La madre seguía con el vestido que había usado en la cena, y la bebita dormida que buscaba sus tetas instintivamente, se quedó observando como su hija se hacía una pajita, dejó a la criatura en la cuna que disponía también la habitación y se acercó hasta llegar a la cama y le susurró: - Hola hija, ¿como estás? - Muy feliz mami, nunca había imaginado esto, no puede ser real lo que me está pasando, esto es el paraíso, y todo el mundo es tan bueno conmigo, tú, los amos, los nenes. - Si hija, así será toda la vida, si te portas como debes, ellos te cuidarán como uno más, ya verás. - Mami, te deseo, bésame, estoy ardiendo. Se besaron, metiendo sus lenguas, la hija tomó la mano de su madre y la llevó a su raja húmeda, encharcada, no se hizo de rogar, sus dedos la acariciaron. La nena suspiró de gusto, mmmmmmmmm y no dejó de besarla, ni de chupar sus lenguas. - Mami, que rico, como me tocas, como sigas así, me corro, suspiró sin abrir los ojos. Aceleró las caricias, hasta que se vino dulcemente, como un suave oleaje, de manera imperceptible, casi sin darse cuenta, no sabía si continuaba excitada o ya había llegado al orgasmo. - Mami, es delicioso estar así, contigo, quédate esta noche, duerme conmigo. Estoy muy caliente. - Hija estas preciosa con este camisón, eres tan delicada, y con estas tetas que se te han puesto. - Tócalas mami, sóbame bien Valentina buscó los pezones de su hija, ya estaban duros, aumentando de tamaño considerablemente por el embarazo, como los de Bárbara, se parecían a la pollita de un bebe. La hija estaba buenísima, era una morena divina con esos dieciséis añitos. Las dos se entregaron, la madre la seguía masturbando y antes de correrse otra vez le dijo: - Cómeme, haz que me venga con tu lengua mami y estalló suavemente otra vez. La madre se quitó el vestido y se durmieron abrazadas, sintiendo los duros pezones en sus propias tetas y el flujo de su hija entre sus piernas y la tripita ya crecida en su cálido cuerpo. Al poco rato oyeron que se lamentaba Paola, la hija del matrimonio, Cloe se despertó y dejó transcurrir un poco a ver si se volvía a dormir, pero no, continuaba quejándose. Cloe despertó a su madre. - Mami, mami, Paola está llorando, ¿Qué hago? - Ve a su habitación, y mira que le pasa, pobrecita. Cloe, se levantó desnuda como estaba, y entró en la habitación: - ¿Qué te pasa mi pequeñita?, le dijo, ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás llorando, mi vida? - Cloe, me duele aquí en mi rajita, me escuece mucho y no puedo dormir - Ven, ven mi amor, ven con mamita Cloe, te voy a cuidar. Y la abrazó, con mucho cuidado, le dio tiernos besitos en los labios, en la oscuridad de la habitación la nenita no se percató que su criadita estaba desnuda, casi como ella también, el minúsculo camisoncito que llevaba apenas le tapaba nada. - Cloe, quiero dormir contigo y que me hagas mimitos - Claro que si mi vida, ven ven conmigo te haré sentir bien. Las dos se dirigieron a la habitación donde encontraron a Valentina, medio tapada con la sábana. - Paola, mi amorcito, ¿que te pasa?, no llores, ven, ven con nosotras, no hagas ruido, no vayas a despertar al bebito. - Si, si, Valentina, es que me pica, mucho aquí abajo, me escuece. - Mi tesorito, entra en la cama, ponte entre las dos, mi hija y yo te vamos a curar. Y la pequeña Paola, se acomodó entre sus dos sirvientas y una por cada lado le iban dando suaves besitos, primero en las mejillas, acariciando lentamente su largo y suave cabello claro, la nena se iba calmando. Cloe mirando la rajita de la nena interrogó con la mirada a su madre, la cual, asintió sonriendo ambas. Delante de la nena, se dieron un largo beso, a la vez que la seguían acariciando por todo el cuerpo, la chiquita podía ver como se intercambiaban sus lenguas. - Abre la boca, mi amor, le decía Valentina a su hija, así, así Y depositó un fino hilito de saliva en su boca, que compartió y devolvió a su madre, todo eso iba fluyendo en los ojos de la pequeña, que ahora era besada por Valentina con ternura, la nena le devolvía el largo morreo sacando tímidamente su pequeña lengüita, mientras Cloe, reptó por la amplia cama hasta llegar al pubis de Paola y muy despacio, con delicadeza, hizo fluir un hilito de saliva hacia el chochito que la nena recibió con sorpresa y alegría a la vez, pues sin duda eso aliviaba su quemazón. Valentina, hizo abrir de nuevo la boca de su hija para depositar más saliva que trasladaba a la rajita. La nena suspiraba, no sabía que le pasaba - ohhhhhh, que bueno se siente, como me gusta Valentina, no pares Cloe, siento un gran alivio en mi rajita, mientras seguían dándose la lengua con la mayor de las sirvientas, suavemente le acarició el pechito totalmente plano, solamente coronado por sus dos botoncitos rosaditos, rodeados de una amplia areola, que presagia un generoso pecho en el futuro, la nena se desbordaba en la lengua de Cloe. - Ahhhhhhhh, me hago pipí, no puedo máaaaaas, Y abrazada a Valentina, tuvo sus primeras convulsiones. Las tres se abrazaron, envolviendo a Paola en medio, así descansaron, hasta que volvió la calma, casi se durmieron, pero las molestias en el chochito de la nenita volvieron - Me sigue doliendo Valentina, me escuece y no puedo dormirme, se quejaba Paola. Cuando estábamos en el salón, esta tarde, papi y mami me han dicho que me pondrían una crema que me curaría, pero no lo han hecho, se abran olvidado, y yo quiero esa cremita para curarme. Cloe, le dijo algo al oído a su madre, ambas se rieron, negando Valentina con la cabeza, pero ante la insistencia de Cloe y de Paola, consintió que se fuera su hija. Se dirigió a nuestro cuarto. Mi marido y yo, sin estar dormidos, descansábamos, después de estar follando hasta ahora, vemos como se abre un poco la puerta de nuestro cuarto y aparece la cabecita de Cloe. - Ven chiquita, ven Cloe, le digo. ¿Qué te pasa? Mi marido solo se tapó la polla con la sabana y yo ni eso, llevaba puestas aún las medias con las cuales me había vestido Valentina y un sujetador de encaje. - Sube, a nuestra cama, vamos, ponte entre los dos, pero que buena estás hija, que suerte va a tener Bárbara de usarte, que envidia. Cloe en medio de nosotros, los tres casi desnudos, nos explicó el episodio de nuestra hija Paola y como reclamaba la crema que le habíamos prometido. Mi marido me dice, - ¿Cómo vamos a hacer eso?, es una cría - No mi señor y dueño, la hemos llevado a nuestra cama, para calmarla, y allí entre mi madre y yo, la hemos tocado un poco, y debo decirle que aceptaba muy bien, intercambiar la lengua con mi madre mientras yo le lamía el chochito. Mientras nos iba explicando todo lo que habían hecho a nuestra hijita, ella iba acariciando la polla de mi marido y padre de la criatura que llevaba dentro, mientras yo le masajeaba sus tetas bajando hasta su crecida tripita. - Vamos, mis señores, sed buenos, con ella, dadle la cremita que pide. En ese momento, intervine, ya que mi marido no se decidía. - Si, mi amor, deja que tu hijita venga a nuestra cama, verás lo bien que lo vamos a pasar, vamos a pervertir un poco a nuestra nena, seguro que te va a gustar no seas tan comedido, déjate llevar y sé más libertino, ¿es que no te acuerdas cuando nuestros padres nos llevaban a sus orgías infantiles?, ¿verdad que te gustaban? - Si, claro que me gustaban. - Lo sé, lo sé, decía Cloe, mi abuela me lo ha contado, todas las perversiones que hacían vuestras familias. - Entonces, mi amor, ¿Por qué quieres negar ese placer a tu hijita?, enséñale a ser una viciosilla, muéstrale nuestra perversión, le va a gustar. - Vale, vale, vale, claudicó el marido. - Seguro, no te arrepentirás, le susurró Cloe, Mientras seguía calentándole con una suave paja, dejándole al descubierto su precioso glande Y yo seguía sobando las tetas de la sirvienta. - Voy a buscarles, dijo Cloe, - No, no te muevas, quédate entre los dos y continúa con lo que estás haciendo, la llamaré por el comunicador interno. En la habitación seguían Paola y Valentina que vio la luz intermitente del comunicador, descolgando: - Si mi señora, si, si, enseguida venimos las dos Valentina por no aparecer desnuda ante sus amos e incluso parecer más apetecible para que disfrutaran de ella, se puso una tanguita minúscula y un camisón de raso transparente, que tan solo le tapaba hasta medio culo, dejando ver la otra mitad y el triangulito de su chochito depilado, suave y brillante, por el flujo que seguía manando. Abrieron un poco la puerta de la amplia habitación del matrimonio que comunicaba con la que estaban. Ambas cogidas de la mano, con el camisoncito que dejaba ver los dos chochitos, se pararon en el quicio de la puerta, se sintieron deseadas, se gustaban, nos querían excitar y lo conseguían. Valentina tomó la cabecita de Paola y delante de nosotros, le dio un largo morreo, pudiendo ver como resbalaba entre su pecho la saliva que se les escapaba de sus lenguas. Y continuó: - Cloe, abre la boquita, enséñasela a tus papas, La pequeña obedeció y Valentina introdujo dos dedos, sacándolos goteando saliva, los llevó hasta su cerrado clítoris y suavemente lo acarició. La nena, cerró los ojitos, ronroneando, y musitando quejidos de placer. - Muy bien, mi pequeñita, muy bien, ahora dile a tus papis que es lo que quieres. Cloe, con vocecita suave, de nenita mimosa ronroneaba. - Mami, Papi, quiero que me deis cremita, mmmm En la cama seguíamos estirados, tocándonos los tres, acariciándonos con placer y lujuria, esperando que se acercaran.. La vista que tenían desde la puerta mi hija y Valentina no era para menos Continuará…

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