FAMILIAS RICAS INTERCAMBIAN SUS NENAS parte 1 Guión de Veronicca

El pasado fin de semana coincidimos en la sala social del club de polo con unos amigos y vecinos, Bárbara y Paul, estábamos esperando a que nuestras hijas terminaran la clase de equitación.

Como nosotros, era un matrimonio joven y culto, también muy guapos, ella lucía preciosa un embarazo de siete meses, eran Noruegos, pero hablaban perfectamente nuestro idioma, recientemente mi marido lo había seleccionado como jefe de ventas para el norte de Europa en la empresa textil que heredé de mi familia y ahora la lleva mi marido junto a un grupo de empresarios.

Dada la posición acomodada de nuestros maridos, no es preciso que trabajemos, pero esto no es impedimento para que seamos unas personas cultas y se respete nuestra opinión en nuestros círculos sociales y privados, tanto Bárbara como yo hemos sido educadas en el seno de una adinerada familia que nos ha dado el estatus que nos merecemos y vivimos, ella estudió y se doctoró en bioquímica en Berkeley y yo también obtuve el PhD en Stanford

También tienen tres hijitos, uno de 12, una nenita de 10, y un bebé de casi un año, los nenes van juntos al mismo colegio, su niña es un angelito, rubia, de una fina piel bronceada por las horas pasadas en el mar practicando vela o en el yate de sus padres.

Mientras los matrimonios estábamos tomando algo relajadamente y charlando, los dos niños jugaban entre ellos y nosotras felizmente sosteníamos a nuestros bebés en brazos. 
Bárbara nos comenta, con toda naturalidad, 
  • Últimamente entre la lactancia del bebito y el embarazo, no dejo de sacar leche por las tetas, las tengo todo el día rebosantes y continuamente saliendo leche ¿verdad Paul? Mira chica, mira cómo se ponen.
Sujetándose ambos pechos con las dos manos para que viéramos su esplendor.
  • Así es, afirma el marido, y seguidamente propone
  • ¿Por qué no os intercambiáis los bebés, y que sea mi mujer la que le dé la leche a tu bebita?
  • Pues, mira te lo agradezco Bárbara, porque yo últimamente no tengo mucha y la pobre siempre se queda con las ganas.
Así que nos levantamos de los amplios sillones, y tomo su bebé y ella mi bebita, se abre fácilmente su amplia blusa y el broche delantero del sujetador de fantasía que llevaba, aparecen dos preciosos pechos, rebosantes de leche con unos pezones largos como el penecito de su bebé que sostenía desnudito, mi bebita la chupa con ganas, Bárbara siente el alivio con la descarga de sus pechos, a la vez que cierra los ojos emitiendo suaves suspiros que parecen de placer. Nos miramos los tres y sonreímos. 

Las sirvientas atentas por si yo reclamaba su presencia, no perdían la vigilancia de los dos nenitos que seguían jugando. 

En esa ocasión la sirvienta estaba acompañada por su hija de tan solo 16 años. 

Bárbara, seguía disfrutando dándole la teta a mi bebita, me comentó

- ¿Desde cuando tienes esta sirvienta?, yo estoy buscando alguien para que me ayude con los nenes y el bebé y más en el estado en que estoy, dentro de 2 meses va a nacer mi hijita, y necesito alguien más que se ocupe de ellos. 

Continuaba Bárbara con la conversación

- Es tan difícil encontrar a alguien de confianza y que nos atienda bien, tú ya sabes a qué me refiero, la mayoría son unas busconas y poco trabajadoras.

- Si chica, yo tengo mucha suerte, mira, ésta que tengo ahora, es hija de la que tienen mis padres, su madre ya nos cuidaba cuando yo era pequeñita, y ésta nació al poco tiempo de nacer yo, hemos crecido juntas, la quiero casi como a una hermana, siempre ha estado en casa, su madre es de Filipinas, pero es una delicia, es muy cariñosa con los tres nenes, desde que eran bebés los cuida como si fueran suyos, estoy muy tranquila con ella, incluso a veces con el nene o la nena, cuando tienen miedo se pone a dormir con ellos en su camita. A saber que les hará, pero siempre despiertan abrazados a ella.

Y con la bebita es una delicia, se la pone en su cama toda la noche. 

- y ¿sabes qué? En ocasiones, si se despierta con hambre, me la trae a la cama para que le dé la teta, y le digo

- quédate con nosotros hasta que termine y luego te la llevas otra vez contigo, pero si se demora la bebita en terminar, la pobre se queda dormida entre mi marido y yo y amanecemos los cuatro en la misma cama. 

- Chica tu marido estará feliz de dormir con tres mujeres en su cama, jajaja, nos reímos los tres de la ocurrencia de Bárbara. 

Si, ya te contaré un día lo que hacemos lo cuatro, seguro que te va a gustar. 

Bárbara mira a mi marido y asiente con una mirada cómplice entre ambos.

Yo continué vanagloriando a la sirvienta filipina

- Incluso en ocasiones si hemos salido con mi marido por la noche y estoy cansada, le digo que ella misma le dé la teta.

- Pero ¿cómo, hace?, se sorprende Bárbara.

- Pues verás, se rocía sus pezones con leche y ella se lo da, lo aprendió de su madre que me lo hacía a mí, jajaja.

Estoy muy tranquila con ella, te lo aseguro.

- Vaya, que suerte tienes, yo querría algo así para mis nenes, suspiraba Bárbara, y la chiquita que está con ella, ¿quién es?, que guapa es,

- Ah, sí, esta es su hija, recién ha terminado sus estudios y quiere trabajar como su madre y su abuela, posiblemente la emplearé también en casa. Mis padres me lo han pedido como favor personal que la contratara, ella vive con mis padres y su abuela, está embarazada de tres meses, demasiado tiempo en casa de mis papas y tenía que suceder lo que sucedió, te lo puedes imaginar, desde pequeñita su abuela, que es un bicho le enseñaba como debía comportarse y se metían las dos en la cama con mis papas, entiendes, ¿no?, 

- Si, mujer, pero tampoco es para tanto, piensa como lo vais a pasar con ella y tu familia, jajaja.
  • ya ves que desgracia, con dieciséis añitos y ya embarazada, pero bueno, tanto su madre como su abuela me aseguraron que no me arrepentiría de contratarla, que saben bien como compensarme por el favor, por eso no me importa tenerla en casa, te puedes imaginar cómo me compensarán, ¿no?
- Vaya si, que afortunada eres, me podrías hacer un favor y dejármela a mí una temporada a ver si congeniamos y la contrataría para que cuidara a los nenes, al bebé y a la que vendrá, para el cuidado de la casa y el jardín ya tengo a dos jovencitas, que por ahora se portan bien. 

Además, la chiquita, como también está embarazada seguro podrá ayudarme en la lactancia ¿Qué te parece?

- Bien, no tengo inconveniente, hablaré con su madre a ver qué le parece.

- Muchas gracias, te debo una

En ese momento, mientras los jovencitos seguían jugando, oímos sollozar al hijo de Bárbara, se había caído y se sentía mimoso, vimos como la hija de la filipina lo tomaba en brazos con dulzura y le daba suaves besitos en los pies, con su lengua le lamía los deditos y se los ponía en su boca para chuparlos, se los ponía en la boca de manera lasciva mientras nos miraba a los ojos, el jovencito, no contento con estas caricias, continuaba sollozando, y entonces fue la madre filipina que teniendo más experiencia le daba suaves piquitos en la boca, y mirando a su hija le indicaba como debía hacerlo, quedándose más tranquilo el nene.
Al ver esto Bárbara me dijo:

- Chica, ay que ver lo bien enseñadas que tienes a estas sirvientas, estoy deseando usarla, y que la hijita empiece ya. Es una delicia, mira, mira que besitos más tiernos le está dando a mi pequeñín, seguro que nos llevaremos de maravilla, y mi marido y los nenes también. Verdad Paul?

- Ya lo creo, seguro que sí, asintió el marido. 
Nos comentó que cuando era pequeño en su casa de Noruega, sus padres contrataron también una criadita Dominicana, que la usaban para atenderles muy bien a él y sus hermanos, con sus cuidados especiales que su propia madre ya le había enseñado.

Jajaja, reímos los tres, 
  • ya nos dirás un día como eran esos cuidados.
Pero el nene, que no se calmaba, echaba en falta los mimos maternos y la madre e hija filipinas que lo vieron, lo llevaron hasta donde estábamos los matrimonios, lo sentaron sobre el regazo de su madre, Bárbara, que seguía dando la teta a mi bebita, se acomodó de tal forma que pudo mantener en su falda a mi bebita y su jovencito.

A pesar de su adelantado embarazo vestía muy provocativa, en esa ocasión Bárbara lucía una vaporosa blusa que, tan solo era una fina tela casi transparente, que lucía con altivez y clase única dejando ver toda su bella y bronceada panza, bajo la transparente blusita aparecía un conjuntito de lencería que bajaba casi hasta el ombligo, realzando si cabe más su preciosa panza del embarazo, en la parte de las tetas llevaba un entramado de puntillas y cintas que dejaban medio pecho fuera, lo cual facilitaba la lactancia que continuamente llevaba a cabo. 

Tomó a su nene y se pusieron a darse besos, pero lo que me sorprendió fue que esos besos se los daban en la boca y llegó un momento en que se los daban con la lengua, la madre y el nene sacaban la lengua y se morreaban mutuamente llegando a intercambiarse la saliva entre ellos y jugando con sus lenguas, mientras de sus tetas no dejaba de salir leche por esos largos pezones, que mi bebita no podía con todo. 

En ese momento vimos como Bárbara tomaba la chaqueta del colegio y la ponía encima del pantalón del uniforme de su nene para taparle, su mano muy delicadamente se deslizó bajo la chaqueta, tocando y masajeando claramente la pollita de su nene, éste en un instinto maternal, se quedó abrazado a la bella y desnuda panza de su mamá.
  • Mami, ¿puedo chupar tu otra teta?, está llena de leche y me gusta lo que me estás haciendo.
  • No cielo, estas muy crecidito para mamar de mis tetas, déjalas para la bebita, ya te daré otra cosita que también te va a gustar, le susurró Bárbara a su oído, pero que todos pudimos oír perfectamente.
Qué imagen más tierna y dulce ver a este jovencito abrazar la panza de su mamá, mientras ella agradecida le hacía cariñitos en su pollita. 

En alguna ocasión fluía desde las tetas alguna gotita de leche que nuestra bebita no podía abarcar con su boquita y resbalaba hasta la panza para que el hijo de Bárbara la recogiera, mientras seguían, casi seguro, los tocamientos de su mamita bajo el amparo de la chaqueta.

Mi hijo también se acercó hasta donde estábamos todos y se sentó en mi regazo, junto al bebito de Bárbara que miraba feliz como su madre daba la teta a mi bebita, mi hijo tampoco quería perderse los tratos que le hacía la nórdica a su hijo mientras amamantaba a la bebita, lo veía en primera fila.

Me decía, 
  • Mamá, yo también quiero chupar de tus tetas, como lo hace mi hermanita con Bárbara.
  • No puede ser, no ves que apenas tengo leche ya, la poca que tengo debe ser para tu hermanita.
Mi hijo que en ese momento compartía regazo con el bebito de Bárbara, me miraba y sonreía, me decía al oído.
  • Mami, ¿Qué está haciendo Bárbara debajo de la chaqueta?, ¿le está tocando el pitito? ¿Por qué le gusta tanto? Yo también quiero lo mismo, mama, vamos.
Yo, no sabía que responder, no sabía cómo actuar con las demandas de mi hijito.
Miré a mi marido buscando su aprobación, para hacer lo mismo que hacía Bárbara con el suyo, pero negó con la cabeza. 
  • No hijo, ahora no puede ser, en otra ocasión, cuando estemos en casa, azorada como estaba por toda la situación, no sabía que responder.
En ese momento la madre filipina, viendo mi nerviosismo para con mi hijo, intervino en mi salvación.
  • Señora, ¿quiere que sujete al bebé y usted podrá más fácilmente mimar a su hijo?
  • No, no, en otra ocasión, le daré los mimos que reclama
  • Si lo prefiere, puedo sentarlo en mi falda, mire aquí tengo también su chaquetita del colegio para taparle, déjeme hacerle los cariños que reclama, ¿no ve como lo desea?
Los dos matrimonios nos miramos, aprobando la sugerencia y deseando verlo. Ante la insistencia de la filipina, volví a interpelar a mi marido buscando su consentimiento. Él se reía, pero de nuevo se negaba a conceder el placer para su hijo.
Las filipinas se miraban entre ellas, sonriendo la madre a la hija y asintiendo, oímos a la madre como le decía a su niña

-Así hija, eso está bien, así hay que hacer con los nenes que vayas a cuidar, debes portarte bien y hacer todo lo que te digan tus amos. Fíjate como lo disfruta el nene, de esta manera también tú le tienes que cuidar, y hacerle lo que te manden tus dueños. 

- Si mami, espero portarme tan bien como lo haces tú, ya verás cómo voy a aprender y estarás muy orgullosa de mi igual que mis amos. Y con toda confianza se dieron un suave beso en los labios que todos pudimos ver. 

Yo por mi parte agradecí que estuviéramos en uno de los reservados de la sala social del club a cubierto de miradas indiscretas que no pudieran comprender lo que estaba pasando.

Los hombres seguían con su conversación de negocios, de vez en cuando miraban, mi marido en una ocasión le dijo algo al oído que hizo sonreír a ambos, asintiendo con la cabeza, sin duda estaban de acuerdo, gozaban de la escena protagonizada por Bárbara admiraban el espectáculo sentándose más tranquilamente en los cómodos sillones, sonreían entre ellos, viendo lo que estaba pasando.

El nenito encantado con las caricias y mimos de su madre y no era para menos. 

Bárbara es una preciosidad, guapísima, alta, muy delgada, un cuerpo fibrado que sabe lucir y saca partido de las horas pasadas en el gimnasio y los salones de belleza, ella es consciente de ello y hace para agradar. 
Con la excitación mutua que se daban con su hijito, y el succionar de mi bebita hizo que salieran completamente las tetas fuera, pudiendo ver claramente cuan puntiagudos y largos eran sus pezones, recubiertos por una amplia y generosa areola. 

Disimuladamente Bárbara, se desabrochó los dos botones que faltaban de la blusa para que pudiéramos comprobar perfecta y completamente la belleza de su panza coronada por esas magníficas y abundantes tetas, que viciosa era, como la envidiaba, pensé, tengo que aprender, voy a ser muy amiga de ella, quiero que comparta conmigo y me enseñe, todo ese vicio y lujuria que desprende.

Ya no le importaba que viéramos lo que le estaba haciendo a su hijo y esa situación tan morbosa que había creado. El nenito lo disfrutaba, sin duda no era la primera vez que gozaba con su mamá.
A Bárbara parecía no importarle, es más, parecía disfrutar de esas provocaciones, quizás no era la primera vez que ofrecía ese espectáculo. 

En los círculos sociales donde nos movemos es casi una costumbre que las mujeres se comporten y vistan de esa manera, luciendo su cuerpo, para agradar a hombres, mujeres y niños.
Ahora ya veíamos perfectamente sus dos medios pechos y el espacio creado entre ellos, yo me empezaba a poner mala y ella se daba cuenta, los masajes en el penecito de su hijo persistían, los dos nenes se miraban y compartían las sonrisas aprobatorias de todos.
A mí me llamó la atención, porque aunque había visto darse esos “picos” a mamás con niños más pequeños y esos masajes especiales, no los había visto a esa edad, lo que me causó cierto morbo y me imaginé como serían esos besos y esas caricias en su casa, si a la vista de todos se los daban así, con la complicidad y aceptación de su marido. 

Por nuestra parte, también le dejé claro que éramos un matrimonio liberal, pues no nos preocupaba la escena dada por Bárbara y que en cierta manera la compartíamos y aprobábamos, no en vano también le dije que la sirvienta también pasaba algunas noches junto a nuestra bebita en nuestra cama con mi marido.

Por fin oímos las voces de las nenas que nos reclamaban, habían terminado su clase y aparecieron limpitas, duchadas y perfumadas. Al entrar al reservado pudieron ver la escena con naturalidad, pues ni Bárbara ni Paul se incomodaron lo más mínimo ni hicieron nada para que su hija dejara de verla. Mi hija vio cómo su amiga besaba a su papá en los labios y se sentaba con naturalidad en sus muslos, vestía una micro faldita cortísima que le llegaba tan solo hasta la mitad de sus nalguitas, dejándonos ver el resto, y por delante veíamos el principio de sus pequeños labios de su chochito. Le dio un beso corto, sin intención erótica, pero en los labios y por un corto espacio de tiempo compartieron algo sus lenguas. Mi hija la imitó e hizo lo mismo con mi marido, que aceptó ese beso también de manera natural. 

Me inquietó la maniobra de Paul, que disimuladamente le abría las piernas a su nenita, para que viéramos todos perfectamente sus braguitas, y no era para menos, sabía bien lo que se hacía, su hijita lucía una mini tanga que en la parte delantera era un minúsculo triangulito que apenas le cubría sus pequeños labios vaginales, dejando a la vista su precioso y minúsculo clítoris. 

Con mi mirada interpelé a los hombres, especialmente a mi marido, como queriéndole decir, ¿estás viendo a Paul?, mira, mira lo que le está haciendo a su preciosa hija, mira, mira que chochito tiene, haz tu lo mismo, vamoooos muéstrales también a ellos las braguitas de nuestra hija. Bárbara y los dos hombres se dieron cuenta de mis demandas, sonriendo los tres, pero mi marido negó de nuevo con la cabeza, sonriendo más si cabe.

Las niñas vieron como Bárbara se recomponía, se colocaba bien el sujetador y la blusa y el nenito disgustado, que reclamaba más atención y la madre que le consolaba prometiendo que en casa le terminaría de curar y quizás les daría una sorpresa presentándoles la nueva sirvienta que les iba a cuidar. 

Nos devolvimos nuestros respectivos bebés. Nos dirigimos a la salida, abrazadas, las mujeres a la cintura de nuestros maridos, mientras los niños correteaban delante.

Una vez que salimos del club, nos esperaba el chofer en nuestros coches, compartimos el asiento Bárbara y yo con los bebes y el nene de Bárbara, yendo el resto en el coche de los nórdicos, como íbamos a la misma urbanización y éramos vecinos no había problema. 

Antes de subir al coche, veo que Bárbara se acerca a su hija y le dice algo al oído, que nadie pudimos oír, pero riendo ambas diciéndole la pequeña:
  • Si mami, claro que lo haré, como tú digas
Ya en el coche, la curiosidad me carcomía y le pregunté:
  • ¿Qué les has dicho a tu hija, antes de subir al coche?
  • Que se sentara en la falda de tu marido y le diera un besito como se lo da a su papi, que seguro le gustaría
  • Madre mía, Bárbara, como eres, nunca antes había conocido a una zorra como tú, que ocurrencias tienes, claro que le gustará, sentir ese suave coñito en sus muslos y ese culito pequeñito y redondito. A ver si se decide y le hace algo más.

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